23 diciembre 2016

'Rogue One': lo mejor de Star Wars desde 'El imperio contraataca'

Como el primer spin-off de la saga galáctica por excelencia, Rogue One: Una historia de Star Wars (Rogue One: A Star Wars Story, 2016) tenía una gran responsabilidad. A fin de cuentas, que la proliferación de películas planeadas por Disney al margen de la tercera trilogía fuera tomada en serio por la crítica y el público dependía plenamente de ella. Afortunadamente, el estudio líder del entretenimiento ha cuidado su gallina de los huevos de oro (tal y como viene haciendo sabiamente durante el último quinquenio en todos sus departamentos): Rogue One es todo lo que podíamos desear del primer film de la saga no centrado en la familia Skywalker (con perdón de determinadas aventuras boscosas protagonizadas por Ewoks a las que, por motivo obvios, nadie ha hecho nunca demasiado caso). De hecho, gracias al riesgo formal y narrativo asumido, ha superado la aceptación de El despertar de la Fuerza (J. J. Abrams, 2015), una cinta generalmente aclamada pero lastrada por su excesivas similitudes con La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977).

El regreso de Darth Vader no ha decepcionado
De hecho, pese a llevar la desprestigiada etiqueta de “spin-off”, Rogue One ha resultado ser mucho más necesaria e innovadora que su predecesora, a lo que ha ayudado contar con dos guionistas de primera: Chris Weitz —que optó al Óscar por Un niño grande (2002, dirigida junto a su hermano Paul) y ya hizo un gran trabajo para Disney en Cenicienta (2015)— y Tony Gilroy —candidato a sendos Oscars como guionista y realizador por su debut en la dirección, Michael Clayton (2007), y colaborador habitual de la saga del agente Jason Bourne—, quienes partieron de una idea de Gary Whitta (autor del guion de El libro de Eli, de Albert Hughes y Allen Hughes, 2010) y John Knoll (Supervisor General de Efectos Visuales de Industrial Light & Magic). Por su parte, el británico Gareth Edwards ha dirigido la mejor película de su carrera tras ofrecernos Monsters (2010) y Godzilla (2014), dos controvertidas aventuras que le permitieron experimentar en el resbaladizo terreno de la ciencia-ficción. Todos son seguidores de la saga, pero han sabido dejar de lado la mera fascinación para traspasar nuevos horizontes sin dejar por ello de satisfacer la nostalgia. Que John Williams haya dado paso al gran Michael Giacchino, habitual colaborador de Disney que optó al Óscar por Ratatouille (Brad Bird, 2007) y lo ganó por Up (Bob Peterson y Pete Docter, 2009), es otro ejemplo del deseo de apartar a la saga de su zona de confort (aunque la evocación de melodías clásicas no podía faltar).

Rogue One presenta en su cartel
nuevos rostros en contexto conocido
Y es que Rogue One está preparada para contentar tanto a los fans más acérrimos como a aquellos que tan sólo se acercan a esta galaxia muy muy lejana con cada estreno, si bien innegablemente serán los primeros quienes más disfruten de ella gracias a sus numerosos guiños a las dos trilogías entre las que se sitúa. Así, la breve aparición estelar de Darth Vader (a quien vuelve a dar voz James Earl Jones) apasionará a todos por igual (sobre todo porque la puesta en escena, dominada por la lóbrega fotografía de Greig Fraser —a quien debemos el apasionante trabajo visual de La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2012) y Foxcatcher (Bennett Miller, 2014)—, es sobrecogedora), pero otros “cameos” que evitaré mencionar rehuyendo el spoiler resultarán más deliciosos cuanto más amor por la saga se profese. A modo de ejemplo, el retorno del personaje de Mon Mothma, líder de la rebelión, tan sólo será apreciado por quienes, bien recuerden su breve aparición en El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983) —donde la encarnó Caroline Blakiston, quien, por cierto, sigue dedicada al mundo audiovisual 83 años después de su nacimiento—, bien hayan visto las escenas eliminadas de La venganza de los Sith (George Lucas, 2005), en las que se relataba cómo la “Delegación de los 2000”, un grupo de 2000 senadores hartos del poderío creciente del Canciller Palpatine, plantó la semilla de la Alianza Rebelde. Personalmente, siempre he lamentado la omisión de estas escenas, pues, además de dar un toque de esperanza al Senado Galáctico, resultaban vitales para comprender el creciente abismo entre Anakin (devoto al Canciller Palpatine como maestro y a la República por inercia) y Padmé (devota a la República como ideal y a Palpatine por obligación), con lo que aplaudo la fama devuelta al personaje, al que vuelve a dar vida Genevieve O’Reilly. Asimismo, Jimmy Smits retoma el papel de Bail Organa, senador insurrecto presente en El ataque de los clones (George Lucas, 2002) y la recién mencionada La venganza de los Sith y padre adoptivo de Leia que goza así de su último momento de gloria antes de perder la vida con la destrucción de Alderaan por la Estrella de la Muerte. ¿Y qué decir del regreso del Gran Moff Tarkin, convirtiendo, eso sí, a Guy Henry en el fallecido Peter Cushing gracias a la magia de la digitalización?

Genevieve O'Reilly llega por fin a las salas como Mon
Mothma tras ser eliminada de La venganza de los Sith
Lejos de estar metidos con calzador, los personajes secundarios recuperados actúan de nexo de unión entre las dos trilogías y ayudan a comprender mejor conceptos de aquellas que podrían haber quedado en el aire. Recordemos que el corazón de la sinopsis de Rogue One no es otro que el robo de los planos de la Estrella de la Muerte, clave de los acontecimientos de la trilogía original. Pues bien, a diferencia de las precuelas, que no siempre parecían tomarse del todo en serio su conexión con aquella (que se lo digan a Leia, que recuerda a una madre a la que apenas vio un par de segundos nada más nacer), esta película no sólo encaja perfectamente en tan rico universo cinematográfico, sino que incluso ata con firmeza varios cabos sueltos. Y todo ello otorgando el mérito a personajes renegados que rara vez lo tuvieron en las películas clásicas: mujeres (Felicity Jones como Jyn Erso), latinos (Diego Luna como Cassian Andor), afroamericanos (Forest Whitaker como Saw Gerrera), asiáticos (Wen Jiang como Baze Malbus y Donnie Yen como Chirrut Îmwe), árabes (Riz Ahmed como Bodhi Rook) y hasta droides imperiales (Alan Tudyk como K-2SO), una tendencia ya iniciada por El despertar de la Fuerza que cobra aquí una dimensión aún más importante al afirmar que ninguna de las grandes hazañas de Luke Skywalker y compañía habría sido posible sin la intervención previa de personajes tradicionalmente relegados por el cine de acción a un segundo plano.

El reparto de Rogue One no podría ser más internacional
Sobra decir que tanto los intérpretes mencionados como el australiano Ben Mendelsohn (que encarna al villano principal de la cinta: Orson Krennic) y el danés Mads Mikkelsen (que da vida a Galen Erso, padre de la protagonista y desencadenante de toda la trama tanto de esta película como de la que le sigue temporalmente) realizan un trabajo perfecto, llenando de vida el universo galáctico. Se echa en falta, empero, mayor presencia de personajes no humanos, ya que la galaxia está plagada de ellos y, sin embargo, siempre parecen limitarse a pasearse por el fondo (en esta ocasión, tan solo el Almirante Raddus cuenta con protagonismo, resultando poco arriesgado que pertenezca a la misma especie que el icónico Ackbar, o sea, Mon Calamari). Asimismo, tal y como sucedía en El despertar de la Fuerza (aunque no en la misma medida), el diseño de producción y el vestuario evocan demasiado a la trilogía original, escaseando localizaciones y vestimentas que realmente sorprendan al espectador en la medida que Naboo o el atuendo de Amidala lo hicieron en su día en la excesivamente criticada La amenaza fantasma (1999), si bien en este caso todo se explica a raíz de la coincidencia temporal y espacial con la primera cinta de la saga. Y es que, para bien y para mal, Rogue One ha antepuesto la acción a todo lo demás, ofreciendo una aventura vibrante y poderosa que, sobre todo durante su segunda mitad, deja al espectador sin respiración. Es más, la saga no disfrutaba de tan buena salud desde El imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980). Parece que Disney está contraatacando con brío.


1 comentario:

  1. Personalmente me ha gustado mucho esta película!
    Tiene alguna cosa criticable, como que Mon Mothma no se haya cambiado de ropa en años.
    Por otro lado, ha avivado mi deseo de ver las siguientes precuelas. Espero que hagan una explicando la toma de Naboo y cómo Padmé tuvo que huir!

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...